La industria y la 3ª Misión, objetivo estratégico de las universidades.

En los momentos actuales estamos asistiendo a lo que podríamos llamar el “revival” de la manufactura. Después de un largo periodo de tiempo en el que nos creímos que en los países avanzados ya no habría espacio para unas fábricas que emigraban a los países emergentes, una institución tan prestigiosa como la Brookings afirma que “la economía americana todavía está pagando un alto precio por haber desequilibrado su modelo económico en favor de una economía del conocimiento inmaterial”

La política industrial vuelve a estar en el centro de las estrategias que países como Gran Bretaña, Alemania o Francia están incorporando a su corpus de política económica para un nuevo modelo de crecimiento.
El último ejemplo nos lo proporciona un reciente informe (octubre 2013) que el gobierno británico encargó a Sir Andrew Witty ( CEO de GlaxonSmithKline y Chancelor de la Universidad de Notingham) sobre “Encouraging a British Invention Revolution: Sir Andrew Witty’s Review of Universities and Growth”. Para la realización del Informe, Sir Andrew contó con un Grupo de Expertos Asesores formado por el presidente de la West of England Local Enterprise y por seis profesores de distintas universidades la mayoría de los cuales eran, además, miembros de instituciones de desarrollo local.

Ciertamente, su filosofía no es muy nueva: “las universidades tienen un extraordinario potencial para potenciar el crecimiento económico”. La novedad relativa es la de incorporar esta afirmación a la Política Industrial y Regional, con una serie de recomendaciones de las que me permito subrayar las cinco que me han parecido más pertinentes desde el punto de vista de nuestra Fundación CYD. Veamos:

La primera hace referencia a que la famosa 3ª Misión de la Universidad se incorpore realmente a sus objetivos estratégicos, junto a la Educación y la Investigación. Y que esta incorporación se explicite en un Informe o Memoria Anual de las actividades llevadas a cabo señalando -para su conocimiento y posible corrección- aquellos problemas con los que se han encontrado.

La segunda recomendación hace referencia a la necesaria información que las Universidades han de proporcionar -on line- identificando, por sectores de interés y por tecnologías, sus potencialidades de investigación.

En la tercera de las recomendaciones se propone que toda esta política se articule en torno a los denominados ” Proyectos Flecha” que han de ser liderados por un Centro de Investigación “world class” asociados a empresas y a agentes de desarrollo económico o regional

La cuarta recomendación es la que suele faltar en nuestros lares: el dinero. En este sentido la recomendación del informe que comentamos es clara: “El gobierno debería establecer un flujo de fondos de 1000 millones de libras durante la próxima legislatura para los consorcios que presenten “Proyectos Flecha”. La selección de los proyectos se hará por un comité independiente de expertos (de la academia, la empresa y los servicios de promoción económica) valorando, con un plus, aquellos que se vinculen mas a la Estrategia Industrial del país.

Por último, las PYMES, el gran problema de siempre. En este caso el informe hace dos propuestas que me parecen interesantes: la primera, que las universidades tengan un único punto de entrada para que las Pymes puedan exponer sus necesidades y la universidad, de modo simple, las pueda conducir al centro de investigación que les puedan ayudar. (Me gusta recordar aquí la figura del “gestor del conocimiento ” que nos ha propuesto el Club CYD en su último trabajo sobre el “ecosistema de innovación”). Y la segunda, buscar la colaboración de las Business Schools con el tejido regional de PYMES para que les faciliten la solución a sus problemas prácticos.

Esto no me parece fácil de llevar a cabo en nuestro país; no disponemos de una política industrial clara y explícita pero tampoco me parece que hayamos incorporado la 3ª Misión, de forma también clara y explícita, a las estrategias de nuestras universidades.

Pero como parece que hay que ir paso a paso, ¿qué tal si comenzamos por recomendar a las universidades una Memoria Anual de cómo contribuyen al desarrollo? Sin duda facilitaría mucho la labor a los responsables de elaborar el Informe Anual CYD abriendo nuevas perspectivas para futuros desarrollos.

Francesc Santacana
Vicepresidente Fundación CYD

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