Sin duda, la crisis económica ha afectado a, prácticamente, todos los sectores productivos, con un aumento del desempleo que propicia un descenso en las tasas de ocupación de la mayoría de los graduados. En particular, durante los años de la “burbuja inmobiliaria” la estructura productiva de la mayoría de las CCAA, basada en el sector de la construcción con el abandono del tejido industrial preexistente, ha agravado la situación, con algunas excepciones como (País Vasco, Navarra…)
El repetido “mantra” del cambio hacia un modelo productivo basado en la I+D+i, y de manera muy especial, el impulso a la innovación, están en claro retroceso, sin medidas contundentes al respecto.Nuestras universidades no han hecho mal su trabajo, pueden y deben mejorar la formación de sus titulados, potenciando la adquisición de competencias que propicien la innovación, basándose para ello en rigurosos estudios sobre este asunto. La innovación es un concepto que tiene que ver con todos los ámbitos de estudio, no sólo con el campo científico y tecnológico. Se debería impulsar la empleabilidad, entendiendo que se trata de un concepto dinámico, capacidad de adaptarse a entornos cambiantes, de afrontar procesos de formación a lo largo de la vida etc. Se deberían propiciar espacios de debate y reflexión entre las universidades y los sectores productivos, las propias universidades deberían constituirse en organizaciones innovadoras ellas mismas.
En resumen, las universidades pueden contribuir a una mejora en la resolución de los problemas mencionados, pero son los gobiernos central y de las CCAA los que han de tomar decisiones que comprometan realmente en un cambio de modelo productivo, tomando las medidas necesarias, algunas ya planteadas en la Ley de la Ciencia, la tecnología y la Innovación.
Guillermo Bernabeu Pastor
Catedrático de Física
Universitat d’Alacant
