Algunas reflexiones al filo de la visión europea de las universidades

El pasado 30 de mayo, la Fundación CYD celebró un encuentro de algunos rectores y representantes de empresas catalanas con el Director General de Educación y Cultura de la Comisión Europea, el Sr. Xavier Prats.

Xavier Prats inició su intervención a partir de la “Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, el Consejo, El Comité Económico y Social y el Comité de Regiones” que lleva por título: “Una agenda para la modernización de los sistemas europeos de educación superior: apoyo al crecimiento y al empleo”. Documento que pretende ser la guía para un crecimiento inteligente, sostenible e inclusivo de Europa.
A pesar de que Europa tiene un elevado potencial en sus instituciones de Educación superior su contribución a la prosperidad está subexplotada: empleadores públicos y privados emiten frecuentes informes que ponen de manifiesto la dificultad para encontrar las personas adecuadas para unas necesidades en continua evolución. Al mismo tiempo, las universidades compiten en muchas áreas y muy pocas alcanzan una excelencia global.

Europa necesita, ciertamente, una amplia variedad de instituciones de educación superior pero cada una de ellas debe perseguir su nivel de excelencia con respecto al listón de sus prioridades estratégicas. Es decir, la diversidad ha de substituir una uniformidad que ya no casa con la creciente complejidad de nuestra sociedad.

Con respecto a las necesarias reformas de los sistemas universitarios europeos, la Comisión plantea cuatro ejes de actuación: a) cantidad de graduados; b) calidad ; c) mecanismos de gobernanza y financiación que contribuyan a la excelencia; y d) reforzar el triangulo del conocimiento.

¿Son imperativas estas reformas? La respuesta parece contundente: la globalización no tendrá piedad con ninguna institución, cultura o tradición. Las empresas ya han experimentado lo que significa esto. Item más, la universidad está perdiendo el monopolio de la educación.

Pero, además, las reformas son imperativas porque los países necesitan talento y conocimientos para progresar. Aquí también el paradigma ha cambiado: ya no es tanto el capital que atrae el talento sino que es éste el que atrae capital. Es decir, sin talento ya no puede haber progreso.

En cualquier caso, la reforma necesita estímulos e incentivos: necesita dinero. Y esto es lo que la Comisión Europea pone sobre la mesa: la propuesta de presupuesto global para el periodo 2.014/2.020 solo prevé aumentar, de manera importante, la partida dedicada a la educación, la investigación y la innovación. Y lo hace en un 70%; y lo hace garantizando préstamos para unos 100.000 estudiantes. Y lo hace situando la educación como la gran prioridad europea para estos próximos 6 años.

No estoy muy seguro de que la política española esté muy alineada con la política europea. ¿Qué consecuencias puede tener para nuestro futuro? Lo sabremos dentro de unos años pero para entonces quizás habremos llegado tarde para rectificar.

En este sentido, en la reunión que estoy comentando, se planteó que la Comisión debería ser más beligerante y más incentivadora con las reformas nacionales y que el modelo de reforma del sistema universitario español no está muy claro o, al menos, no se ha dado a conocer con claridad.

Si el diagnóstico de la Comisión Europea es cierto –y no hay motivos para dudar- el conjunto –y, no uno sólo- de les agentes implicados se han de sentar a trabajar porque…”no habrá piedad”.

Francesc Santacana
Vicepresidente Fundación CYD
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