Está claro que una educación de calidad es la clave del desarrollo futuro. A partir de esta premisa, los profesores Antonio Cabrales de la Universidad Carlos III y Francisco Longo de Esade, encadenaron una serie de reflexiones en el transcurso de una mesa redonda organizada por la Fundación del Círculo de Economía, que me han parecido de interés comentar.
Básicamente, si la calidad de la educación es la clave para el desarrollo, los RRHH del sistema son la clave de la calidad, los directores son la clave de los RRHH y la autonomía es decisiva siempre que vaya acompañada de la rendición de cuentas. Este es el tema.
Si vamos por partes, los profesores citados se centraron en el tema de la siempre reclamada autonomía. Ciertamente, una autonomía puede ser el peor o el mejor de los sistemas dependiendo de si va acompañada o no de evaluaciones externas. Es decir, una autonomía sin rendición de cuentas es el peor de los modelos. Una autonomía con evaluación externa está claro que es el mejor.
Pero ¿para qué sirve una autonomía con evaluación externa?
En primer lugar, para seleccionar un buen director. Y aquí, estudios recientes demuestran que un buen director tiene una repercusión clara en el rendimiento del centro. En segundo lugar, para seleccionar y mantener los mejores profesores. Y aquí tenemos un nuevo elemento de reflexión: ¿como sabemos qué es un buen profesor? No sirve su CV previo, ni sus conocimientos. Solo el contacto directo con el aula puede determinar la mejor o peor calidad de los profesores. Por lo tanto, de nuevo nos encontramos con la utilidad de las evaluaciones continuadas para conocer su capacidad. No hay mejor manera de seleccionar un buen profesor, que evaluar durante 3 o 4 años su rendimiento en las aulas. No parece el mejor método preocuparnos por la entrada en el sistema y dejar después que pasen los años.
Es igualmente un hecho probado que los mejores profesores incrementan el rendimiento académico y que el mejor rendimiento académico redunda en unas mejores condiciones laborales futuras.
Y, por último, pero no menos importante, la autonomía de los centros facilita la implantación de programas concretos para luchar contra el abandono escolar por medio de la implicación de los estudiantes. Programas del tipo”no excusas” que utilizan algunas de las chartereds schools de EEUU han aumentado en 20 o 30 puntos el rendimiento escolar del Centro.
Estas reflexiones se refieren a la enseñanza secundaria. Pero tengo la impresión de que son igualmente útiles y aplicables a otros sistemas formativos, entre otros, el de las universidades.
Francesc Santacana
Vicepresidente Fundación CYD