El revival de la industria: una oportunidad para la universidad

Seguramente uno de los aspectos más positivos de la Gran Recesión sea el nuevo foco que los países más desarrollados están dando a la manufactura. Un sector que ha estado más de 25 años “semiabandonado” bajo el imperio de la economía post industrial de los servicios.

Pero todo parece indicar que esta etapa, fundamentada en los costes salariales de países en vías de desarrollo, o en políticas agresivas de atracción de empresas por parte de estos mismos países, va a cambiar.
Por varias razones. Entre otras, porque el tsunami del Japón, proveedor de numerosos componentes High Tech, ha desvelado la fragilidad de unas cadenas de valor demasiado extensas; por la constatación de que la energía puede ser tan barata aquí como en otras partes del mundo; y por la evidencia de que en la actualidad el 90% de la I+D del sector electrónico se concentra en Asia, circunstancia que ha encendido las señales de alarma en EEUU y, también en UK y otros países avanzados.

Por otra parte, las nuevas tecnologías de la era digital están aportando claras muestras de entrar en lo que un reciente informe de The Economist (april 21st-27th 2.012) denomina la tercera revolución industrial que da lugar a nuevos esquemas industriales (urban manufacturing, additive manufacturing, o modular querbaukasten –MQB-…).

La industria pues, vuelve a dar señales de recuperar posiciones en las políticas de crecimiento de los países desarrollados.

Bien, y ¿qué pintan las universidades en este nuevo marco industrial? Al fin y al cabo el sector manufacturero en EEUU, por ejemplo, solo significa el 11 % del PIB.

Quizás no es mucho pero, en cambio, ya es mas relevante su papel en el terreno de la innovación: el 68% de los gastos de I+D de las compañías americanas corresponde a empresas de dicho sector. Mas argumento: entre el 2.006 y el 2.008 el 22 % de les empresas manufactureras han producido algún nuevo producto o servicio, por solo el 8% de las empresas de otros sector; el 60% de los royalties de la propiedad industrial corresponde a las empresas manufactureras; y todas las innovaciones de este sector se transfieren al conjunto de la economía, con inclusión del sector servicios.

La inversión en I+D no se puede separar de la manufactura. Donde hay industria inevitablemente hay innovación. Y el matiz es importante, hay que producir con tecnologías de última generación lo que significa que no solo hay que hablar de una innovación incremental (en la que participan principalmente los proveedores de bienes de equipo y de primeras materias junto con los Centros Tecnológicos sectoriales) sino que hay que poner el acento en la innovación disruptiva en la que se mezcla la ciencia con la producción.

La universidad, por tanto, no puede ser ajena a este revival industrial. La universidad ha de valorar si está “produciendo” los recursos humanos que esta industria precisa y ha de intensificar la excelencia en sus líneas de investigación fundamental porque es de ahí que van a surgir innovaciones rupturistas con nuevo materiales, nuevos procesos o nuevos productos y servicios o nuevos modelos de negocio.

Es por todo esto que a la empresa le interesa la universidad. Pero una universidad que les ayude a desarrollar sus estrategias y visiones de futuro.

Es por esta razón que hace 10 años un grupo de empresarios creó la Fundación CYD.

Francesc Santacana Martorell
Vicepresidente Fundación CYD
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