Ciertamente no sería justo reflexionar sobre el futuro de las universidades como un mero proceso inducido por las nuevas tecnologías. Las universidades llevan siglos contemplando cambios y aplicando medidas de adaptación, como lo demuestran la persistencia de 85 instituciones universitarias del mundo occidental creadas en el siglo XVI que siguen reconocibles hoy día. Sin embargo, lo que no se puede hacer es obviar el debate sobre como las nuevas tecnologías están ya siendo cruciales para readaptar estas instituciones a las nuevas demandas de la sociedad, la economía y los estudiantes.
El tema está hoy día sobre la mesa; se organizan seminarios y jornadas, se hacen informes como el reciente “Rethinking education” de la Comisión Europea, y se proponen acciones y estrategias desde muy variadas instancias.
En un muy breve ejercicio de reflexión, haciendo uso de estos nuevos instrumentos, me he encontrado con unas interesantes profecías del profesor y “gurú” Peter Drucker en un artículo de Robert Lenzer y Stphen S.Johnson “Seeing things as they really are” Forbes (3-10-1997). El título ya es de por si curioso, pero más aún lo es el subtitulo “Qué tienen en común el presidente H. Truman y el boss de la General Electric, Jack Welch?”.
Es en esta publicación que aparece la profecía: “Cualquier industria que se enfrente a una competencia que pueda suministrar los mismos servicios y productos por un 10% de los actuales, será reemplazada”
¿Qué supone esto para la educación?, se preguntaba Drucker. Ni mas ni menos que “en 30 años los campus universitarios serian una reliquia”. Las universidades no sobrevivirían como instituciones residenciales. Él daba ya más clases vía satélite o, por otras fuentes, que dentro del edificio. Los edificios son innecesarios.
Los costes de la educación superior, decía, crecen a la misma velocidad que los costes de la sanidad y, para las clases medias, tan importante es la salud como la educación. Sin educación no hay futuro, pero sin introducir mejoras en el sistema se va a un proceso insostenible y de crisis.
Este es un planteamiento de hace más de 15 años. Pero, ahora estamos viendo crecientes casos de universidades con graves dificultades de financiación a la vez que estamos viendo crecer una competencia que, con variados formatos, ofrece servicios de formación a precios muy inferiores. Es poco probable que no ocurra nada.
Las nuevas tecnologías y las tendencias socioeconómicas actuales están marcando un claro espectro de crisis cuyas consecuencias no deberíamos dilatar. En realidad crisis significa que estamos ante una situación de cambio necesario y que en estas circunstancias las cosas se pueden hacer mucho mejor, o……mucho peor.
Francesc Santacana
Vicepresidente Fundación CYD