Que las empresas deben colaborar con las universidades, de la misma manera que éstas colaboran con las empresas, parece una obviedad que no precisaría de ninguna justificación especial. Los contratos de trasnsferencia de tecnología, la formación continuada, las patentes – por no hablar de la formación del capital humano o de la I+D -, son una breve muestra de las múltiples variedades que se dan en el campo de las famosas relaciones universidad/empresa de las que hoy en día nadie discute. Más aún, a ellas se dedican continuados esfuerzos para su potenciación, ya que la sociedad del conocimiento hace imprescindible esta colaboración, sin la cual es complicado el progreso y, en las circunstancias actuales, la salida de la crisis.
Sin embargo todavía hemos podido leer estos días algunos textos que parecen primar la confrontación como si de mortales enemigos se tratase.
Algunos ejemplos:
“Creemos que los banqueros y los ejecutivos del mundo empresarial y financiero lo que han de hacer es preocuparse de la salida de la crisis, que ellos mismos han provocado, y no dedicarse a intentar salvar a nuestro alumnado”.
“Las grandes empresas, con un pie en la cocina o en el comedor de los gobiernos y el otro en los mercados (…) están convencidas no sólo de que el conocimiento es el gran recurso estratégico del futuro, sino también que, por ello, ha llegado el momento de mercantilizar,externalizar o privatizar los servicios públicos del sector. Es por este motivo que, una vez que el poder político les ha dado las llaves, entran en las universidades y los institutos y toman las medidas, tal vez esperando que también llegue la hora en que puedan cambiar algunas cerraduras.”.
El primer texto corresponde a un sindicato. El segundo, de un profesor universitario, está publicado en un periódico de alta difusión.
Quizás tenemos suerte de estar en un país de PYMES!!!
